domingo, 16 de febrero de 2014

Desde mi ventana

Una orquídea en mi jardín


Una de mis amigas lectoras me ha señalado que le encantaría visitar a Venezuela, pero que por motivos de edad y otros, no le parece que será factible. Y me pide algunas fotos de este "trópico" al cual me refiero en el título del blog.

Bueno, amigos, ¡fotos tengo cientos por no decir que miles! El problema es que fotos elegir. Y como apenas me asomo a mi ventana hay un espléndido espectáculo de la naturaleza tropical, opto por colocar un par de ellas, eso, desde mi ventana. Desde luego, más interesante es ver imágenes de Canaima o de los bosques de cacao de Chuao, o las dunas de Coro, o el altiplano andino... Poco a poco irán saliendo, a medida que hable de mis viajes por la geografía venezolana.

Mi casa, para los que no la conozcan, es como yo: un total desorden. Hay construcciones a medias, otras más completas, matas por todas partes, piezas de carros, útiles, herramientas, ... Pero por encima de todo (o alrededor de todo) está la naturaleza, esa vegetación esplendorosa que sólo se da en el trópico. A unos 100 metros de la principal vivienda hay un pequeño riachuelo que aquí lo llaman una "quebrada" o en el argot del señor colombiano que me trabajó por muchos años, una "zanja". Por la quebrada baja el agua, que en la época de lluvias (que aquí llaman "invierno" y va desde abril a noviembre) es un torrente y en la época de sequía (el "verano" en venezolano, desde noviembre hasta abril) es apenas un hilito de agua.

La quebrada es muy hermosa. Hay árboles centenarios con altura que yo calculo de 40 metros o más, equivalentes a un edificio de 10 pisos. ¡Impresionante, estos árboles! Y desde luego, todo tipo de arbustos, raices, lianas, bejucos y hasta orquídeas silvestres.

A veces me toca recorrerla, como en estos días, porque el agua para el uso en la casa proviene precisamente de la quebrada. Si, amigos, el agua de la ciudad no nos llega a esta parte del mundo y nos surtimos con el agua que Dios nos provee. Y como estamos en la temporada de sequía, el agua es cada día más escasa. He tenido que subir casi 400 metros, quebrada arriba, hasta localizar un "ojo de agua", un pequeño manantial, que tiene un caudal muy ewscaso pero que es suficiente para llenar, en varios días, el tanque subterráneo de mi casa (con 20.000 litros de capacidad, unas 5 o 6 semanas de consumo moderado). En mis viajes por la quebrada a veces me quedo sentado en una piedra, disfrutando del maravilloso paisaje tropical que me rodea.

Soy uno de los pocos afortunados, en este país, en tener una quebrada en la parte de atrás de mi jardín. ¡Que lejos están los edificios de apartamentos, las quintas y la ciudad de esta maravilla! Para ellos el trópico es sólo calor, ruido, confinamiento. Los compadezco.

Y así, mi desorden sigue su rumbo diario. Algún día, seguro, ordenaré todo y mi jardín y todo lo que me rodea será una maravilla. Entretanto, disfruto al máximo el desorden...

Tengo una gran amiga que publica un blog que se llama "El desorden de mis días" (hagan click en el enlace, si les place). Eso es, Erika, el desorden de nuestros días...

Continuará...

La "quebrada" o riachuelo detrás de mi casa. En época de sequía.

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